Juan Amo Vázquez, pintor, doctor en Bellas Artes, catedrático e investigador en el campo de la Percepción Estética y Comunicación Visual y autor de numerosos libros de Plástica, se describía en una entrevista concedida el 26 de Abril de 1992 al periódico “La Verdad” con la siguiente definición: “Soy un “francotirador” del arte”. Y efectivamente el sutil artista, en esa pequeña frase, englobaba mucho de sus pensamientos propios que él tenía sobre el mundo del arte. Orgulloso de su independencia “ganada a pulso con el sudor de sus clases y sus libros”, su evolución estilística fue siempre guiada por la búsqueda y transmisión de la belleza a través de la estética de sus óleos, dibujos, acuarelas, murales e ilustraciones, y no sometiéndose a las vanguardias que imponían las modas o tendencias del momento. Pensaba que no teníamos que caer en la trampa, y debíamos saber diferenciar “el arte” de lo que eran “adornos del arte” que por sí solo no generaban valor añadido alguno. No entendía, de que el artista tuviera que “disfrazarse de excentricidades”, ya fuesen conceptuales o estéticas, con el objetivo de darle un mayor valor a su obra. En esa misma entrevista expone, que el artista era también ciudadano y como tal, tenía derecho a tener un posicionamiento ideológico en la sociedad, pero estaba en contra de que el artista utilizara su ideología para sacar provecho del momento. Juan Amo discrepó del “oportunismo político” de algunos artistas, que obtenían prerrogativas por sus manifestaciones políticas, que no correspondían para nada, a los méritos que merecía su obra.
En un reportaje, realizado el 6 de Abril de 1997 para la revista semanal “La Tribuna Dominical” comenta: “La especulación que actualmente gira en torno al arte está haciendo mucho daño. Una cosa es, el valor de la pintura y otra muy distinta su precio. La idea de hacer negocio a través del arte es uno de los grandes males de este siglo que han afectado negativamente a la producción artística”. El pintor manchego también discrepo de la producción masiva en serie o industrial de obra, donde no hay búsqueda de la “excelencia de la belleza estética”, y si en cambio, oscuros intereses especulativos y comerciales.
Lo justo sería tener una sociedad lo suficientemente culta para que un pintor pudiera vivir de su trabajo, pero también veía injusto de que se pagaran cifras “astronómicas” por una obra de arte. “Yo cuando me entero de esas inversiones millonarias, me pongo enfermo. Porque entonces, ¿cuanto habría que pagarle a un joven que extiende el brazo y dona sangre gratis?”. Declaraba en una entrevista al periódico “La Tribuna” el 19 de Diciembre de 1999.
Juan Amo era una persona culta, que se adaptaba fácilmente al medio o lugar en que se encontraba en cada momento. Conectado con la naturaleza, hecho que le permitió conocerla y apreciarla en toda su belleza. Admirador de lo cervantino y adalid de las mejores esencias del espíritu manchego. De humor “fino”, tolerante con todo, y firme en sus convicciones y valores. Maestro de maestros y amigo de sus amigos, porque él presumía de tener muchos amigos en todas partes. Así, el brillante poeta “Juan José García Carbonell”, escribió en el catálogo de la Exposición Antológica que Juan Amo celebró en 1982 en el Museo Provincial de Albacete, y lo definió de la siguiente manera “Quien conoce a Juan Amo gana un amigo. Claro, rotundo en su personalidad, sincero hasta la transparencia, buen dialogante, rico en saberes y experiencias, ameno, y estar con él suele ser disfrutar y aprender. No es extraño por eso, que sea un verdadero humanista por sus conocimientos”.
Juan Amo Vázquez, fue un artista independiente, de corazón indomable y de singular personalidad. De espíritu riguroso y talante perfeccionista. Se consagró como humanista del arte, gracias a su carácter multidisciplinar. Orgulloso de su tierra y fiel defensor de los valores y tradiciones culturales manchegas. Todas estas cualidades, llevaron al albacetense a ser un destacado intelectual estético dentro del universo cultural de Castilla La Mancha.